El envejecimiento de la población trae aparejado una serie de desafíos y exigencias que recaen sobre las políticas de estado y la conciencia social.
Esto implica en principio promover una cultura del respeto y el cuidado, adaptar las ciudades, vehículos y servicios para atender las demandas de las personas mayores, capacitación de personal y profesionales especialistas en gerontología y geriatría, fomentar el uso de las tecnologías y la participación de las personas mayores en todo ámbito social.
Muchas veces se ha hablado del concepto de “ciudad amigable” para hablar de iniciativas, actividades y otras cosas que se desempeñan en beneficio de las personas mayores en este caso.
Sin embargo, hay un montón de cuestiones cotidianas en la ciudad que se pasan por alto para los cuidados o consideraciones para la tercera edad. Como el mal estado de la vía pública que impide que algunas personas mayores puedan salir de manera independiente a caminar ya que las veredas o calles suelen ser un terreno hostil para ellos, sobre todo para los que utilizan alguna ayuda como el bastón.
También modificaciones edilicias, algunos lugares que no cuentan con ascensores o barandas para apoyarse o poseen accesos dificultosos, como algunos transportes públicos.
Para ello, es necesario desplegar una serie de iniciativas que acondicionen la ciudad acorde a todas las personas, también concientizar para cuidar a las personas mayores que vemos en situaciones complejas, si lo precisaran.
El cuidado y el respeto no debe estar sólo en capacitaciones profesionales, sino en toda la sociedad, para incrementar la calidad de vida de los mayores y acompañarlos en la afirmación de la idea de un envejecimiento activo y un empoderamiento de todos los espacios.
El presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), José Ricardo Jáuregui dijo que: “Cuando se diseña, no se piensa quiénes son los usuarios. Un ejemplo claro y sencillo son los restaurantes, el tamaño de la letra y los colores en la carta, así como la iluminación de los lugares son para jóvenes de 20 años cuando los mayores consumidores son las personas de más de 50 años” y agregó que “es una responsabilidad de la sociedad, pero al no darse cuenta que hay adultos mayores no se plantea que se los tiene que cuidar. Va desde la política de Estado, el diseño del sistema de salud público hasta la familia y las personas más cercanas”, sostuvo.
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